Reseña personal sobre El niño con el pijama de rayas

 


El niño con el pijama de rayas, dirigida por Mark Herman y basada en la novela de John Boyne, es una película que, desde su inicio, despierta una profunda conmoción. Ambientada en la Alemania nazi, la historia se narra desde la perspectiva de Bruno, un niño hijo de un alto mando del ejército, cuya inocencia contrasta brutalmente con la crueldad del entorno que lo rodea. Más allá del conflicto histórico que retrata, la película invita a reflexionar sobre algo mucho más cercano y cotidiano: la importancia de la comunicación efectiva.

A lo largo del filme, se hace evidente cómo la falta de información clara, el uso de un lenguaje evasivo y el silencio intencional por parte de los adultos influyen en las decisiones del protagonista. Bruno no comprende lo que ocurre a su alrededor, no porque le falte capacidad para entender, sino porque nadie se toma el tiempo de explicarle con honestidad lo que está pasando. Esta ausencia de diálogo auténtico lo lleva a interpretar la realidad desde su imaginación, lo cual desemboca en consecuencias trágicas.

Esta situación representa un ejemplo poderoso de cómo la comunicación, cuando es débil o está mal dirigida, puede generar confusión, desinformación y, en los casos más graves, daño. El lenguaje no es solo una herramienta para compartir ideas; es una forma de construir significado, identidad y vínculos. Una comunicación efectiva, tanto oral como escrita, no depende únicamente del conocimiento del idioma, sino también de la voluntad de ser claro, respetuoso y responsable con lo que se dice o se omite.

En el contexto académico y social actual, donde la inmediatez de la información muchas veces sustituye la profundidad del diálogo, esta historia resalta la necesidad de expresarnos con precisión, de argumentar con fundamento y de escuchar activamente. Saber comunicar no es solo una habilidad técnica, sino una competencia que tiene un impacto directo en nuestras relaciones, nuestras decisiones y en la forma en que comprendemos el mundo.

En resumen, El niño con el pijama de rayas no solo es una obra que denuncia las atrocidades del pasado, sino también una advertencia sobre los riesgos de la incomunicación. Nos recuerda que lo que no se dice también comunica, y que toda palabra o su ausencia tiene un peso. En un mundo en constante cambio, desarrollar una comunicación clara, ética y empática es una responsabilidad que no podemos ignorar.


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